En Venezuela, la Torre de David, estaba destinada a ser un centro financiero, propósito curioso para un país que se dice combatir naciones capitalistas; para lo que un rascacielos que sería el barrio vertical más alto del mundo, parecía un despropósito.
La pretensión, claro, quedó en eso, el edificio fue ocupado por desposeídos. Alguien podría suponer que en definitiva, era un fin más acorde con lo que el gobierno de ese país pregona.
Parece que no es posible. La ocupación del edificio por desposeídos, convirtió al inmueble en insostenible.
Nunca pudo ser terminado, el costo, parece escapó a toda prevención, la inflación que generó el gobierno de Chávez, hizo difícil la continuación, y el rascacielos interruptus fue ocupado por inquilinos menos pretensiosos.
Al gobierno, le venía bien en ese momento, el mostrar tolerancia, pues atrajo la atención de la prensa, de artistas extranjeros, fotógrafos, más allá de la realidad del inmueble, refugio de delincuentes.
La fama del edificio y su situación, comenzó a tener un rédito negativo. A partir de ese momento, su destino estaba sellado.
Sin embargo, al gobierno actual, le resultaría difícil justificar la fuerza que requiere demoler ese símbolo de pobreza, por lo que hizo lo que mejor hacen los sistemas capitalistas, se deshacen del edificio para que otro se ocupe, vendiéndolo a otro país.
De este modo es otro el país que se tiene que ocupar de la peor parte, desalojar a los habitantes.
Con esta simple fórmula la Torre Davis, fue vendida a China.
Lo más extraño de la génesis de este edificio es que estaba destinado a ser el Wall Street de Caracas, aspiración curiosa para un país que defenestra ese sistema económico.
El dueño del edificio, David Brillembourg, falleció antes de terminarlo y la construcción de fue a la quiebra, al confiscar la propiedad, el estado parece que no estimó el problema que estaba generando.
45 pisos donde viven aproximadamente 2500 personas, que sin la infraestructura necesario hicieron del edificio un emblema de arquitectura de la pobreza.
Sin ascensor, servicios o seguridad, sanitarios, sistema de evacuación de basura o energía el edificio funciona como una ciudad, que vista desde el exterior es fantasmagórica, pero que sus propios habitantes se proveyeron a sí mismos.
Cuenta con agua corriente y energía, que ya se presupone ilegal.
Hasta cuenta con tiendas de comida en su interior, iglesia, servicios médicos, una verdadera ciudad como se puede ver en las películas que muestran lo que ocurriría luego de un hecatombe nuclear.
La ausencia de control e imposibilidad de control policial, hace imposible conocer el estado real del edificio y las personas que ya que han formado una comunidad difícil de desalojar.
La pregunta que queda flotando es con qué herramientas legales o de fuerza contará el país Chino para tomar control del edificio.
El hecho es que los habitantes del edificio no son personas que se puedan desalojar con una orden judicial; se dice que entre los habitantes hay fuertes jefes en el tráfico de drogas, prostitución, trata de blancas, secuestradores, lo que se dice un vecindario complicado.
El gobierno tomó esta decisión en tanto las quejas de los edificios del entorno aumentan respecto a la delincuencia.
Finalmente, luego de evaluar la situación y pese a los discursos del gobierno de no agacharse ante el podes de empresarios que deseaban convertir el edificio en un poderío financiero, se rindió a la realidad y llegó a un acuerdo con un consorcio chino con el fin de llevar el edificio hacia el fin inicial.
Las tentativas son de negociar con los ocupantes el desalojo.
Pero ya la especulación indica que no será más que trasladar el problema a otro lado.